Lo difícil no es hacer las cosas bien, sino hacerlas simples y a la hora de enfrentarnos a cualquier presentación ante nuestros jefes, compañeros o clientes la simplicidad es un valor a tener en cuenta. Al fin y al cabo, nuestro objetivo no es avasallar a la audiencia a base de datos e información que no pueden asimilar, sino transmitir un mensaje claro y contundente. Para dejar al público boquiabierto podemos aplicar la ley de la simplicidad en la presentación, lo que nos ayudará a hacer las cosas mucho más fáciles.
En qué consiste la ley de la simplicidad
Realmente no podemos hablar de una sola ley, sino de las 10 leyes de la simplicidad de Maeda, el padre de esta idea. Este diseñador gráfico estadounidense de origen japonés lanzó sus 10 leyes para equilibrar la simplicidad y la complejidad en los negocios, la tecnología, el diseño y la vida en general. Estas 10 leyes son reducir, organizar, el tiempo, el aprendizaje, las diferencias, el contexto, la emoción, la confianza, el fracaso y la clave.
Se trata de un decálogo que podemos aplicar en nuestras presentaciones profesionales y empresariales sin grandes dificultades. Según el tipo de presentación la ley de la simplicidad abarca cuestiones como la organización o el tiempo, que muchas veces van de la mano, son el pan nuestro de cada día en el trabajo, y el contexto, la confianza o el fracaso son elementos con los que nos topamos en nuestro día a día. Por eso, una de las múltiples aplicaciones que tiene la ley de la simplicidad de Maeda es el mundo de las presentaciones laborales así que una vez presentada vamos a ver cómo afrontar nuestra presentación a partir de esta ley.
Cómo aplicar la ley de la simplicidad en la presentación laboral
Para incluir la ley de la simplicidad en la presentación no hace falta acomenter un gran esfuerzo, lo único que necesitarás es la voluntad de hacer las cosas realmente simples. Uno de los pilares de cualquier presentación es la organización de la misma. Nuestro discurso debe estar bien ordenado, de forma que el público sea capaz de asimilar toda la información que damos. Pero para que ello sea posible, antes hay que reducir la extensión de la misma, ofreciendo solo aquella que sea relevante al 100% para nuestra audiencia.
No hace falta decir nada sobre la importancia del tiempo en el mundo de los negocios. Cualquier presentación tiene que hacer frente a limitaciones temporales, así que tendremos que aprender a gestionar el tiempo de la mejor forma posible en nuestra presentación, sin extendernos demasiado pero tampoco podemos quedarnos cortos. Debes calcular bien el tiempo que te llevará y dejar siempre unos minutos finales para dudas y preguntas que pueda tener el público. Si te pasas el público se aburrirá y no conseguirás tu objetivo.
Una de las leyes de Maeda que más nos pueden sorprender es la del fracaso, pero hay que tener en cuenta que hay cosas imposibles de simplificar, de ahí que tengamos que aprender a convivir con el fracaso. En este caso no hablamos de una presentación que sale mal, sino de una donde no se puede acortar un tema, las diapositivas son más largas de lo que esperábamos, aparecen cuestiones muy complejas, etc.
Hay veces en las que simplificar en exceso es imposible, pero a la hora de preparar la presentación tendremos en cuenta todos los aspectos que hemos visto. De esta forma llegamos a la clave, la 10ª ley de la simplicidad de Maeda, que puede ser el principio por el que prepararemos nuestra presentación: eliminar lo obvio y añadir lo relevante. La simplicidad consiste en eso, y si dejas fuera todos los elementos secundarios para resaltar lo verdaderamente importante conseguirás una presentación tan simple como efectiva.