Cuando nos enfrentamos a una presentación en público, es fácil que aparezca una duda recurrente: ¿a dónde miramos? Está claro que deberíamos apuntar nuestra mirada hacia el público, pero no es menos cierto que no podemos quedarnos mirando fijamente a una misma persona -esté situada ahí por indicación nuestra o no- ni mirar al vacío constantemente. La mirada es un elemento más del lenguaje no verbal, así que vamos a descubrir hacia dónde mirar en una presentación para aprovechar al máximo esta cuestión.
Intenta mantener el contacto visual con la audiencia
Mirar a los ojos es la forma más efectiva de persuadir al público. Si lo miras a los ojos el espectador creerá que tu intervención está pensada para él, ya que tienes en cuenta sus inquietudes. Pero como hemos dicho antes, no nos centraremos en un solo asistente ya que a parte de ser incómodo para esa persona sobre la que nos fijamos puede hacer que el resto del público desconecte de la charla al no sentirse incluido. Intenta mantener el contacto visual con cada persona entre el público, aunque es algo casi imposible.
Con recorridos de nuestra mirada sobre la audiencia
Por eso, recorreremos las diferentes zonas del público con nuestra mirada. Hay que mantener la tensión de la audiencia con tus ojos, como si fuesen unos cables que no queremos que se rompan. Si ves que un sector del público desconecta, gira tu cabeza hacia ellos y asegúrate de que recuperan esa tensión visual. Tenemos tendencia a mirar más a la parte central del público que a los extremos, así que procura no olvidar las esquinas ya que tan importante es la persona que se sienta en el centro como en las puntas.
Con respuestas mirando al público
El mantenimiento del contacto visual es especialmente importante en las preguntas. Cuando se abre el turno de preguntas, o si surge una pregunta espontánea del público, miraremos a la persona que lanza esa pregunta, ofreciéndole toda nuestra atención como presumimos que ha hecho durante la presentación y que hará durante la respuesta. Puedes empezar tu contestación mirándolo para luego volver a dirigirte a la audiencia en general, especialmente si es una pregunta similar a otras que ya han aparecido.
Una cuestión que debes tener en cuenta es que el público mira hacia donde mira el ponente. Así, si miras hacia el público lograrás un efecto espejo que se traduce en un público que mirará hacia tu posición. En cambio, si nos fijamos constantemente en un punto especial o en una persona en concreto, todas las miradas del público irán a parar hacia ese punto o persona. Puedes utilizar esta estrategia para desviar la atención, pero no es algo muy recomendable.
A dónde mirar cuando escribes en una presentación
Cuando te dirijas a las diapositivas, procura mantener siempre la mirada hacia el público. Como en la mayoría de casos llevarás micrófono, no hay problemas de sonido en hablar parcialmente de espaldas al público, mientras señalamos un aspecto en concreto, pero rápidamente nos giraremos hacia la audiencia ya que hablar de espaldas causa mal efecto. Sin embargo, la cosa cambia cuando utilizamos una pizarra o un papelógrafo: primero escribe y luego habla. Jamás deberíamos hablar de espaldas al público.
Para complicar un poco más la cosa, nos podemos encontrar en presentaciones donde tengamos que leer nuestra intervención, donde leamos citas literales, etc. Leer directamente del papel no es una buena opción, pero si no hay más remedio que leer no pierdas de vista al público: alza la vista unos segundos siempre que sea posible y trata de generar esa conexión directa con la mirada que ayude a crear la complicidad necesaria para que tu mensaje cale y la presentación sea todo un éxito.