Ser el encargado de introducir a alguien en público es todo un honor. Puede ser un escritor o un pintor que presenta su última obra, un nuevo compañero de trabajo, un empresario o político que va a hablar sobre cualquier tema, una persona ilustre que viene a dar una charla… Lo más probable es que el público ya conozca a esa persona, o al menos tenga una referencia -por algo están viendo la presentación-, pero aún así deberás despertar el interés del público a la vez que explicas por qué es importante la intervención de esa persona.
Una presentación breve pero intensa
La presentación de otra persona no debería durar más de 2 o 3 minutos, ir más allá es excederse. Es más, puede que con 1 minuto nos sobre. Esto puede suponer que alguien se relaje, pero todo lo contrario: cuanto más corta sea la presentación, más tenemos que prepararla. Por eso, a la hora de preparar la presentación debes tener claros el tema de la conferencia, el nombre del orador, sus competencias para hablar de ello y por qué estamos ante un tema interesante para el público. Con todos estos datos podemos empezar nuestro trabajo.
Si te han elegido a ti para la presentación también te habrán ofrecido una serie de informaciones sobre el tema, como el nombre y cargo de la persona a la que presentas o el título de la conferencia. El hecho de conocer personalmente a esa persona siempre es un plus, ya que nos permite presentar con más naturalidad, pero si no la conoces no dudes en contactar con ella antes de la presentación -o con la propia organización- cualquier duda que tienes. Si ambos te ofrecen información, recuerda contrastarla para no cometer errores.
La fórmula T-I-O
T-I-O son las iniciales de Tema, Importancia y Orador, una buena estrategia para plantear la presentación. Una vez recopilados los datos clave sobre la intervención de esa persona, pasamos a preparar nuestra presentación, que podemos empezar con el tema, el título exacto de la charla. De ahí pasamos a la importancia, es decir, la relación entre la cuestión que se tratará y el interés de la audiencia. Por último, pasamos a la o de orador, destacando su relevancia en el ámbito que os interesa. Es un guión que raras veces falla.
Esta fórmula también nos sirve para ir creando un interés creciente. Si empezamos hablando del tema que nos ocupa, iremos avanzando y despertando cada vez un mayor interés del público hasta llegar al clímax de la presentación, el momento en que nombramos al orador. Es el momento clave de tu intervención, así que nómbralo de la forma más enérgica que puedas. Debes pronunciar su nombre de forma clara y nítida. Entonces nos podemos girar u orientar hacia su posición y saludar al protagonista de la charla.
Hay que ser natural pero entusiasta
Una de las claves para que la presentación de una persona sea un éxito es ser natural. Por eso, hay que evitar recurrir a frases hechas o tópicos como “es un honor presentarles”, “me produce una enorme satisfacción” y demás fórmulas sobre utilizadas en estos casos y que no aportan nada al espectador. Trata de ser lo más espontáneo posible, la presentación quedará mejor y te ayudará a transmitir tu entusiasmo al público de un modo mucho más efectivo. Lógicamente, el lenguaje no verbal contribuye a ello.
No confundas naturalidad con vulgaridad. Aunque tengas una relación personal con esa persona, procura no pecar de exceso de confianza y hacer comentarios que puedan llevar al error al público o que se puedan tergiversar. Seremos tan delicados como en cualquier otra presentación. A partir de estos sencillos trucos, puedes preparar la presentación de cualquier persona. Recuerda que, por muy corta que sea, antes deberías ensayarla para asegurarte de que lo controlas todo.